Si algo caracteriza el día de la Ascensión del Señor es la gloria. Día alegre, bonito, entrañable ha sido elegido tradicionalmente para vivir las primeras comuniones de los niños y niñas. Hoy la liturgia está llena de la palabra gloria. En la oración inicial que Jesús ascendió hoy a la gloria y más de quince veces usaremos esa palabra en la liturgia de este día. Entre los misterios gloriosos, hacemos mención a la fiesta de hoy, la Ascensión del Señor.
Alcanzó la gloria
Hablamos de gloria con muchos matices o significados. Nos referimos con el término gloria al triunfo, al logro de algo importante. Resaltamos igualmente el esplendor y la grandeza. Así decimos: “canta que da gloria” resaltando la belleza con que canta; o “la gloria que del imperio romano” para remarcar la grandeza de Roma; o, “fue un día glorioso” dejando constancia de que se logró una victoria o un éxito importante y finalmente también usamos la expresión “estar en la gloria” para manifestar la felicidad.
Todas estas expresiones nos ayudan a entender el misterio que hoy celebramos y que la Iglesia resalta como actitud propia de este día. Pero además lo rellena con un significado aún más profundo. El texto griego emplea la palabra doxa para denominar gloria. Cristo es glorificado, alcanza la gloria cuando sube al cielo. De esa gloria hoy hablamos. Mantengamos vivo este sentimiento de alegría en el día de la Ascensión.
Id y haced discípulos
Pero la mirada primera hacia la gloria, hacia el cielo, no nos quita de acoger el encargo que el Señor nos propone. En el evangelio de san Mateo, que hoy proclamamos, supone el centro de la enseñanza. Jesús encomienda a sus discípulos la misión de evangelizar. El encargo de bautizar, de hacer discípulos no se puede separar de la mirada al cielo. Incluso, aún más, radica aquí la razón de la tarea evangelizadora: mostrar el camino hacia la gloria a los hermanos. Cumpliendo este compromiso alcanzaremos también nosotros la gloria. No siempre somos muy conscientes de este encargo. Lo relegamos a los sacerdotes, a los catequistas… en definitiva a otros. No nos sentimos comprometidos y responsables de esa tarea que es de toda la Iglesia y por tanto de cada uno de nosotros que la conformamos. Hoy se nos vuelve a hacer claro y exigente el compromiso de sentirnos necesarios para la misión, para seguir siendo evangelizadores en nuestro tiempo.
Estoy con vosotros hasta el fin del mundo
Acabada la presencia visible de Jesús en la tierra les recuerda que sigue presente, que estará con ellos siempre. Entiende el Señor que la tarea misionera y evangelizadora será ardua y difícil y por ello les alienta diciéndoles que Él estará siempre con ellos. Quiere dejar claro que no se va para desentenderse de nosotros y de nuestros afanes, sino que permanecerá a nuestro lado. Esta presencia permanente del Señor fortalece nuestra misión. El envío será posible realizarlo si nos acompaña el Señor. El empeño evangelizador dará éxito si contemplamos a Cristo en gloria junto al Padre y sentimos su presencia a nuestro lado. No siempre tenemos la percepción clara de que el Señor nos acompaña, está junto a nosotros, camina a nuestro lado. A veces nos quedamos mirando a las alturas y no experimentamos la presencia del Señor en nuestra vida.
Alegrémonos hoy y asumamos con gozo el compromiso evangelizador sintiendo a Jesús que camina con nosotros porque como dice el papa Francisco cuando Jesús subió al cielo, nuestra carne humana, cruzó el umbral del cielo, alcanzó la gloria.
Comentario al Evangelio del 21 de mayo de 2023, por José María de Valles, delegado diocesano de Liturgia. Emitido en “Iglesia Noticia” de la Diócesis de Palencia.