Una BUENA NOTICIA … para SOÑAR JUNTOS, para ACOGER LO QUE NACE, para ACOMPAÑAR LO QUE CRECE. Un nuevo Plan Pastoral para el periodo 2023-2026
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Palabras de nuestro Obispo Manuel
Terminado el Plan Pastoral anterior, evaluado el mismo, realizada la consulta sobre si convenía o no realizar otro y después de consultar al Consejo Pastoral Diocesano y al Consejo Presbiteral, entre todos decidimos hacer uno nuevo que nos sirva de brújula para navegar en estos tiempos sinodales y en estas tierras nuestras y como expresión y ejercicio de sinodalidad que ofrecemos a todos los miembros de nuestra Diócesis, también al próximo Obispo que venga.
Desde el principio quiero dar las gracias a todo el grupo de personas de la Vicaría de Pastoral que, teniendo en cuenta las aportaciones de los Consejos Diocesanos y otras aportaciones, han puesto trabajo, ilusión, empeño y servicio de amor para que lo tengamos ante nuestros ojos, en nuestras manos y procuremos llevarlo a la práctica. También a todas las comunidades por lo que sois y hacéis, aunque a veces no con el fruto deseado.
El título del Plan es expresivo y elocuente: UNA BUENA NOTICIA… SOÑAR JUNTOS, ACOGER LO QUE NACE, ACOMPAÑAR LO QUE CRECE.
La Buena noticia ya sabéis cuál es: Es Jesús de Nazaret, nuestro Señor. Su persona, su mensaje, su misión, su obra. Soñemos. Esta Buena noticia recoge el sueño de Dios y el sueño de los hombres. El sueño de Dios del que hablaron los profetas y que reposa en cada uno de los seres humanos, una creación, una sociedad y un hombre nuevos: «He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo y el “Dios con ellos” será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor, porque lo primero ha pasado. Y el que está en el trono dijo: Mira, hago nuevas todas las cosas» (Ap. 21,3-4).
Pero no nos quedemos en el sueño: hay que despertar y ponerse a la obra. Nosotros ¿qué queremos hacer? Este plan nos invita a acogerlo de corazón y secundarlo con obras, acompañar esos brotes, cuidarlos, dejarlos crecer, no ahogarlos, regarlos, abonarlos, alegrarnos de que florezcan, aunque haya que sudar, soportar dificultades, la cruz, en definitiva.
Hermanos y hermanas, esta es la hora; el Señor nos llama a trabajar a todos y juntos a su viña; cada uno con las fuerzas que Dios le dé. El mismo será nuestra paga, nuestro denario (Cfr. Mt. 20, 1-16). «Bienaventurados, dichosos, aquellos criados a los que el Señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y acercándose, los irá sirviendo» (Lc. 12,3). Lo inimaginable: Dios, como buen Padre con entrañas maternales, sirviendo a sus hijos.
Él está con nosotros; también santa María, San Antolín, San Rafael y San Manuel y toda la gente buena que nos ha precedido. Ánimo y sin miedo: abrámonos a Jesús, la Buena Noticia, seamos nosotros buena noticia, soñemos y acompañemos juntos.
+ Manuel Herrero Fernández, OSA
Obispo de Palencia
Lema y Cartel
La mejor noticia que podemos compartir los cristianos con nuestros vecinos es que el encuentro con Jesucristo es la mejor experiencia que podemos vivir y, desde ahí, sentir que Dios ama a todos y cada uno de los hombres y mujeres.
Todo ello nos anima a:
• Soñar juntos: el papa Francisco, en la encíclica Fratelli Tutti, nos dice que “soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.
• Acoger las semillas que nacen, los signos de los tiempos, las señales de Dios en la realidad de la gente y de los pueblos, de la cultura y de la sociedad.
• Y también acompañar el crecimiento, los procesos y la vida de las personas y de los grupos en nuestras comunidades y de otros colectivos de nuestra tierra.
Un camino muy largo
La iglesia de Palencia tiene un camino muy largo, que se ha ido haciendo con las pisadas de muchos creyentes. En sintonía con el espíritu del Concilio Vaticano II celebramos en nuestra Diócesis el XXV Sínodo Diocesano (1987-88) y hemos desarrollado sucesivos planes pastorales. Caminando en un estilo sinodal de ser y hacer Iglesia.
Hace siete años llegó D. Manuel a nuestra Diócesis y, con el Consejo de Gobierno, planteó elaborar un Plan Pastoral para cinco años, con la colaboración y participación de todos.
Para la elaboración y seguimiento de este plan y su desarrollo en las programaciones anuales, se constituyó un equipo responsable y representativo de toda la Diócesis. Un equipo formado por dos religiosos, tres laicos y dos sacerdotes junto con el Vicario de Pastoral. Tras un proceso abierto a todos los agentes de pastoral y dinamismos diocesanos, se aprobó el Plan Diocesano de Pastoral: “La alegría de creer y crear en esta tierra de Palencia”. Nació como una gestación sinodal. Un itinerario, una guía para el camino, incompleto y en continua renovación, abierto y participativo. Cada curso ha estado marcado por un lema, ha priorizado unos esfuerzos, sin perder la continuidad del proceso.
En el itinerario nos llegó la experiencia de la Pandemia y, durante dos cursos (como el resto de la sociedad), tuvimos que improvisar emergencias, cuidados, alternativas, motivaciones. Aprendimos juntos muchas cosas y flexibilizamos el Plan.
También en el camino, el Papa Francisco, nos convocó a un Sínodo Universal sobre “la sinodalidad”. En la diócesis participamos 5.669 personas, en 461 grupos y aportamos nuestras opiniones a la Iglesia universal. Ese ejercicio nos ha servido también para reflexionar sobre nuestra experiencia y futuro como Iglesia en Palencia, elaborando un Documento de Conclusiones donde se recoge todo el proceso. Además, nos da pistas para diseñar este nuevo Plan de Pastoral.
Durante este curso hemos realizado ejercicios de revisión de lo andado en estos seis años, que también nos sirven de mirada de futuro para el camino a seguir: en los Consejos de Pastoral Diocesano y Presbiteral, en los Consejos de Zona y grupos de presbíteros, en las Delegaciones, Secretariados y Movimientos, junto con las valoraciones de la Formación Permanente del Clero, la aportación del Informe DAFO sobre la realidad diocesana, etc.
Al finalizar este Plan y en espera de un nuevo Obispo, D. Manuel decidió, consultando a los dinamismos diocesanos y con el visto bueno y aprobación del Consejo Pastoral y del Consejo Presbiteral, la realización de un nuevo Plan Pastoral Diocesano para los tres próximos años.
Nuevos pasos en el camino
Afrontamos una nueva etapa. Sabemos que un plan no aborda todo, no soluciona todo, no da recetas. Es un mapa, una guía, un modo de caminar, una estrategia para el viaje. Nos marca el horizonte, nos reafirma en lo andado, nos desvela nuevos pasos; es un instrumento importante y una ayuda motivadora para nuestra tarea como Iglesia del Señor en esta tierra de Palencia.
El Plan Diocesano de Pastoral 2017-2022 nos invitaba a vivir la nueva etapa diocesana desde la clave del “encuentro”, para vivir y contagiar “la alegría de creer y crear en esta tierra de Palencia”. Una clave que se ha ido convirtiendo en experiencia fecunda y expansiva, en espíritu y dinamismo que ha ido configurando un modo de ser, de caminar, de mostrarnos como Iglesia y comunidad diocesana: “Queremos ser una comunidad diocesana que se configura y se manifiesta con el rostro y los rasgos del encuentro” (Plan de Pastoral, p. 9).
El recorrido realizado a lo largo de estos últimos años, la realidad socio-cultural y eclesial que vivimos, junto al surgir de nuevos retos, nos reafirman en la “cultura del encuentro” y, a la vez, ensanchan el horizonte pastoral hacia el que caminamos.
Como se indica en el documento Síntesis de la Revisión Diocesana, es el momento de “consolidar orientaciones, procesos y dinámicas diocesanas”, y de continuar dando pasos, “pasos concretos”, con realismo y creatividad, para seguir avanzando hacia ese horizonte que se amplía con perspectivas nuevas, se abre a nuevas posibilidades y se ilumina con nuevas aportaciones.
Hacia un horizonte sinodal y misionero
Nos hacemos eco de una llamada de fondo: “Ensancha el espacio de tu tienda” (Is 54,2).
• Llamada a salir, abrirse, acoger, desplegar, extender, ampliar…
• Llamada a no conformarse, ni encerrarse o estancarse; a superar el cansancio, la pasividad, el pesimismo, el desaliento, la ineficacia o la aparente falta de fecundidad…
• Llamada a continuar la marcha, a seguir dando pasos, sumando esfuerzos y aportaciones para “extender los toldos, alargar las cuerdas y reforzar las estacas”, y juntos “abrir horizontes de esperanza para el cumplimiento de la misión de la Iglesia” (DEC 6).
Somos convocados a “caminar juntos” hacia ese horizonte que se ensancha y se recrea, que reclama “conversión personal y pastoral” y necesita manos dispuestas para avanzar en la construcción de una “Iglesia sinodal y misionera” que, desde la escucha y el diálogo, la participación y la corresponsabilidad, el acompañamiento y la cultura de “los cuidados”, la fidelidad y la creatividad, aprende a renovar su misión evangelizadora al servicio del Reino de Dios, acogiendo los signos de los tiempos.
Una Iglesia “tienda del encuentro” y “hospital de campaña”, que se deja guiar y modelar por el Espíritu, para “hacer que germinen los sueños, suscitar profecías y visiones, estimular la confianza, curar heridas, entretejer relaciones, suscitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos” (Francisco).
Indicadores para la marcha (Claves y opciones)
Para avanzar hacia ese horizonte necesitamos indicadores sólidos, con sentido de la realidad y fundamento evangélico, que nos orienten y muevan en la dirección deseada.
La valoración de las claves y opciones que dinamizaron el Plan 2017-2022 y la necesidad de continuidad, expresadas en la revisión diocesana, manifiestan que dichas claves son pilares firmes e indicadores fiables para seguir avanzando hacia el horizonte. Siguen ofreciendo sentido, orientación e impulso a un modo de ser Iglesia en clave misionera y sinodal.
• La ALEGRÍA de ser creyentes y sentirnos Iglesia. Deseamos ser y manifestarnos como “Iglesia regalo” en medio de una sociedad en cambio.
• Vivir y ofertar la BUENA NOTICIA. “Aprender” a ser y vivir como discípulos de Jesús, en un tiempo que es nuevo y distinto, manifestando “el paso de Dios” por nuestro mundo.
• “OPCIÓN MISIONERA”: presencia, salida, espiritualidad. “Comunidades encarnadas” en este tiempo y en esta cultura, que se comprenden y actúan como sal y luz, como fermento y levadura, mostrando con su testimonio la fuerza humanizadora del Evangelio.
• Sentirnos Diócesis, HACER JUNTOS EL CAMINO. La Iglesia Diocesana está llamada a ser hogar y familia. Es necesario sentirse “en casa” y respirar “calor de hogar”; poder estar en ella y manifestarse con toda “confianza y libertad”; sentirse “protagonista y responsable” de su vida y misión.
• Protagonismo LAICAL. Todos los creyentes, todo el Pueblo de Dios, somos miembros activos en la marcha de la Iglesia, todos necesarios y fundamentales para la misión, cada uno desde su carisma y responsabilidad.
Prioridades para esta etapa (Líneas sinodales)
El horizonte pastoral anteriormente descrito y los pasos a dar para acercarnos a él, se enraízan, plantean y concretan desde las LÍNEAS DE FUTURO surgidas de la fase diocesana del Sínodo. Las propuestas que en ellas se expresan marcan las prioridades que asumimos para esta nueva etapa.
El camino hacia ese horizonte estará dinamizado por dos líneas de fuerza:
• La APERTURA y la ACOGIDA, que nos capaciten para la escucha y el encuentro con Dios y con las personas, nos ayuden a valorar y asumir la riqueza de la pluralidad y nos permitan avanzar en la fraternidad y la amistad social.
• Un nuevo ESTILO DE RELACIONARNOS, para tejer conexiones con todo tipo de personas y realidades, crecer desde la diversidad y la complementariedad, y generar comunidades fraternas y hospitalarias.
Necesita y reclama tres actitudes:
• Vivir con ENTUSIASMO, portadores de una “Buena Noticia”.
• Trabajar con HUMILDAD, asumiendo errores y valorando los pequeños pasos.
• Cultivar la CREATIVIDAD, redescubriendo la frescura del Evangelio, realizando nuevos aprendizajes y experiencias.
Se expresa y concreta en:
• El CAMBIO de ESTRUCTURAS, que estén al servicio de las personas y de la misión, humanizar la vida haciendo presente el Reino.
• La formación y acompañamiento de ANIMADORES/LIDERES de/en las comunidades, valorando dones y capacidades y fomentando el desempeño sinodal de tareas y ministerios.
• La RENOVACIÓN DE LAS CELEBRACIONES, que nos ayuden a vivir y celebrar la fe desde las diferentes espiritualidades.
Líneas de Acción Pastoral
A continuación, se presentan los objetivos que orientarán el trabajo de nuestra Diócesis en los próximos tres años.
A estos hay que añadir, aunque no esté recogido en el Plan -por motivos de espacio-, todas aquellas acciones y tareas pastorales que se vienen realizando en nuestras parroquias, secretariados, delegaciones, etc. y que forman parte de la vida ordinaria de sus ámbitos. Quedan recogidas en este punto las propuestas que, en las múltiples revisiones recibidas y en el encuentro diocesano que se celebró en junio de 2023, se valoraron como más urgentes y necesarias.
1. Objetivos de las cuatro dimensiones eclesiales
A. SOMOS UNA COMUNIDAD. Una Iglesia que vive y se organiza en comunión (Jn 17, 11.22-23)
Nuestro ser comunidad se expresa en encuentros, asambleas, celebraciones comunitarias, consejos pastorales, equipos de trabajo en diferentes ámbitos, reuniones de grupos, semana parroquial, etc.
Objetivos en continuidad:
1.1. Seguir convocando el encuentro diocesano de inicio de curso, así como otros encuentros y jornadas.
1.2. Cuidar y animar la participación del laicado en espacios de responsabilidad diocesana, zonal y parroquial/unidad pastoral.
1.3. Consolidar las Unidades Pastorales de la ciudad y de los pueblos.
1.4. Seguir fomentando el trabajo en equipos pastorales (delegaciones, secretariados, dinamismos…)
Afrontando otros retos:
1.5. Crear equipos de animación pastoral en las zonas y unidades pastorales
1.6. Coordinar el trabajo de las delegaciones, animando propuestas y organizando acciones comunes
1.7. Ir dando pasos para que los Consejos Pastorales sean más significativos y deliberativos.
1.8. Trabajar en red en ámbitos eclesiales y sociales, creando espacios de escucha y comunicación.
1.9. Buscar y construir el nuevo rostro de comunidad cristiana en el mundo rural
B. QUE ANUNCIA EL EVANGELIO. Una Iglesia que vive y anuncia la Buena Noticia. (Jn 17,26)
Anunciamos el Evangelio en los diferentes procesos de catequesis y educación en la fe, en espacios y jornadas de formación, en las escuelas de catequistas, en los grupos de estudio del Evangelio, revisión de vida, etc.
En continuidad:
2.1. Iniciar, acompañar y/o renovar procesos de Iniciación cristiana y Primer Anuncio.
- Compartiendo la reflexión y las propuestas del Sector de la Palabra.
- Potenciando la formación bíblica.
2.2. Seguir desarrollando y animando el Proyecto de Pastoral con Jóvenes:
- Con el Equipo diocesano, formado por las delegaciones pastoral con jóvenes, universitaria y vocacional.
- Desde el Centro de Pastoral con Jóvenes.
- Desarrollando la dimensión de la Pastoral Vocacional.
2.3. Continuar realizando propuestas formativas desde del Centro Diocesano de Formación.
2.4. Seguir convocando a la Acción Católica en los diferentes ámbitos diocesanos.
Afrontando otros retos:
2.5. Comunicar y compartir experiencias de trabajo pastoral para aprender y crecer con otros.
2.6. Fomentar el lenguaje narrativo y vivencial en toda la dinámica pastoral.
2.7. Educar-nos en clave sinodal, en participación y corresponsabilidad, implicando al laicado en la toma de decisiones.
2.8. Compartir experiencias y narraciones de vida cristiana en los ámbitos profesionales, sociales, culturales, etc.
C. QUE CUIDA LA VIDA. Una Iglesia comprometida con las personas, preferentemente los más pobres, la sociedad y la casa común. (Jn 17,26)
Cuidamos la vida desde el compromiso personal y sociopolítico de los creyentes, las Cáritas y grupos socio-caritativos de las parroquias/zonas pastorales, desde las acciones, jornadas y campañas con carácter solidario, en el trabajo de Pastoral Social: pastoral de la salud, penitenciaria, discapacidad, migración, Justicia y Paz, Manos Unidas, diferentes ONGs, etc.
En continuidad:
3.1. Conocer y acompañar la realidad de nuestros pueblos y barrios:
- Las nuevas generaciones y las parejas jóvenes.
- Situaciones de soledad, migrantes, discapacidad, etc. Junto a otras realidades a cuidar: diversidad sexual, contextos familiares …
3.2. Consolidar los gestos de sensibilización y presencia pública: gestos diocesanos, círculos de silencio, etc.
3.3. Apoyar y difundir El COF y sus propuestas de formación y acompañamiento.
Afrontando otros retos:
3.4. Tomar conciencia de los desafíos sociales de hoy: banca ética, economía circular, ecología, feminismo, inteligencia artificial, derechos humanos...y acompañar la presencia del laicado en estos ámbitos: economía, trabajo, educación, sanidad, familia, vecindad, política, cultura, …
3.5. Generar tiempos y espacios de acogida y diálogo con jóvenes, mayores, migrantes, personas solas, personas con discapacidad …
3.6. Compartir y trabajar en red con otros colectivos sociales sobre problemáticas y situaciones que nos afectan a todos.
D. Y CELEBRA LA FE. Una Iglesia que celebra el encuentro y los sacramentos de la Vida (Hch 2, 46-47)
Celebramos la fe en la Eucaristía, celebración de la Palabra, celebración de los sacramentos, en los diferentes momentos y espacios de oración, liturgia de las horas, exposición del Santísimo, en las expresiones de religiosidad popular (peregrinaciones, romerías, procesiones…), en las fiestas patronales, etc.
En continuidad:
4.1. Cuidar las diversas dimensiones de la celebración para que sea expresión de la vida y de la fe:
- Cercanas, alegres, participativas, donde se celebre el misterio de Dios, la vida de la comunidad y de las personas.
- Contextualizar y adaptar las celebraciones teniendo en cuenta el perfil de la comunidad.
4.2. Seguir ofertando desde la Diócesis material litúrgico para los tiempos fuertes.
4.3. Implementar el Plan Diocesano de Atención Dominical:
- Acompañar y crear Equipos de Animadores de la Palabra.
- Generar experiencias comunitarias en unidades y zonas pastorales: uniéndose personas de pueblos cercanos, cuidando el espacio dominical, etc.
Afrontando otros retos:
4.4. Crear espacios abiertos a nuevas formas de expresión de la fe y de la espiritualidad
4.5. Adaptar el lenguaje litúrgico para hacerlo más comprensible y actual, explicando los símbolos, signos y ritos.
4.6. Avanzar en creatividad, introducir dinámicas celebrativas y utilizar nuevas tecnologías. Cuidar las formas y los espacios de la celebración.
4.7. Cuidar la formación en la liturgia y la oración.
2. Empeños pastorales específicos para estos años
El desarrollo de estos objetivos en las distintas dimensiones eclesiales nos ayuda a cuidar tres empeños o ejes transversales que se han manifestado como urgentes en nuestra Diócesis. Estos empeños inciden y atraviesan la vida comunitaria, la formación, el servicio, la celebración, en definitiva, toda nuestra acción.
Impulsar y/o crear equipos eclesiales de animación pastoral en la Diócesis, zonas y parroquias/unidades pastorales.
• Ser corresponsables es inherente a una Iglesia en clave sinodal. Somos sujetos eclesiales llamados a la participación y nos necesitamos para completarnos. Formamos una totalidad orgánica y a la vez hay una desigualdad funcional en base a los servicios y ministerios.
• Hablamos de un “nosotros eclesial” en el que la animación y el liderazgo forman parte de los procesos de inclusión y de transformación, delegando, aprendiendo, secundando la acción del Espíritu. Un liderazgo orientado a la tarea y a las relaciones.
Escuchar, acoger y acompañar la realidad, a las personas y las necesidades de nuestra tierra: pueblos, ciudad, comarcas, etc.
• Escuchar y desvelar “el querer de Dios” sobre la historia de nuestro mundo. Escucha permanente al Espíritu Santo, a los otros/as y a la diversidad del mundo, sobre todo a las “periferias”.
• Acoger y dejarse sorprender por la diversidad de la vida, de las personas, en una comunicación abierta que ayuda a crecer y construir.
• Acompañar y generar una cultura de “los cuidados”, sensibles a la necesidad del otro/a y sintiéndonos implicados en su proceso.
Comunicar eficazmente lo que somos y hacemos.
• Fomentar una dinámica comunicativa que facilite el trabajo en red, que genere lenguajes comprensibles y trasparente el ser y hacer de la Iglesia.
• Crear un plan de comunicación para mejorar la sostenibilidad, trasparencia y misión de la Iglesia Diocesana.
3. Ámbitos de acción
El Plan de Pastoral tiene en cuenta cuatro ámbitos, en los que, a lo largo de los últimos años y actualmente, se desarrolla nuestra tarea y misión:
• El ámbito diocesano.
• El ámbito zonal/arciprestal.
• El ámbito local de la parroquia y/o de unidades pastorales.
• El ámbito de los movimientos/asociaciones/congregaciones/colegios.
Cuatro espacios que no se entienden por separado. La parroquia/unidad pastoral se localiza en una zona y en una diócesis. Cuando una se redefine, también afecta a las otras. Son relaciones recíprocas que se retroalimentan. Forman parte de un todo orgánico. Comunidad de comunidades.
Cada comunidad particular es ámbito privilegiado para experimentar los procesos de vida y de fe, espacio de encuentro y de identidad cristiana. Y a la vez es “caja de resonancia” que modula un estilo de ser y de hacer Iglesia, que resuena y se amplifica para construir la Iglesia local. De la misma forma que el espacio diocesano y zonal teje experiencias de fe y proyectos para el encuentro, la escucha de los otros y del Espíritu.
Cuatro ámbitos que no solamente configuran un territorio eclesial; son también espacios abiertos, activos y receptivos al mundo, a la sociedad y a la cultura de hoy; lugares en los que escuchar gritos y susurros de las periferias, en los que hacer presente la Buena Noticia de Jesús de Nazaret.