Segunda jornada de las “Charlas en Cuaresma”, organizadas por el Centro Diocesano de Formación. Celebrada el martes 1 de abril, nos acompañó José Luis Barriocanal Gómez, catedrático de Teología en Burgos… y su conferencia llevó por título “JUBILEO. Una lectura bíblica”.
Además de presencialmente en Centro Cultural Provincial (Plaza de los Juzgados) se pudo seguir a través del canal de YouTube de la Diócesis de Palencia.
Texto tomado de la presentación usada por el ponente
El origen del “Año jubilar” es bíblico (cf. Lv 25,8-17).
• “Jubilar” = júbilo: alabanza, alegría, gracia.
• Según Lv 25: se celebra cada cincuenta años (vv. 8-9),
• es un año santo, de liberación para todos (v. 10),
• descanso de la tierra (v. 11),
• perdón de las deudas, recuperación de lo vendido (v.13).
¿Cómo nació esta ley jubilar de Lv 25?
• Al principio de la historia de Israel no era necesaria, era una sociedad igualitaria.
• Estaba organizada por tribus - clanes - casas paternas.
• Eran conscientes de que Dios les liberó de la esclavitud de Egipto para vivir en libertad en la tierra prometida.
• Una vez que tomaron posesión de la tierra, se repartió según el número y necesidades de los miembros de cada familia,
La institución del año jubilar hay que situarla dentro del empeño por recuperar el ideal de una sociedad igualitaria nacida de una doble experiencia:
• de la creación: una casa para todos.
• del éxodo: liberados para vivir en la dignidad propia de pueblo de Dios.
Porque la tierra era de Dios, esta no podía ser vendida en perpetuidad (Lv 25,23). Por ello, Nabot se resiste a vender su finca a Ajab (cf. 1Re 21).
Con el paso de los años (la monarquía) surgen las desigualdades sociales y económicas en el seno del pueblo. Se fue abriendo el abismo que separa a ricos y pobres.
Es muy significativo el hecho de que sea el mismo Señor el que exija un Año jubilar a su pueblo, recordando y ratificando así la armonía primigenia entre el Creador, la humanidad y la tierra (Lv 25,8-10).
Por tanto, define una meta a alcanzar, un estilo de vida: la recta relación con el Creador; lo cual no es posible sin una recta relación con el prójimo y con el resto creacional.
Jesús inaugura el Tiempo jubilar
El Jubileo define el estilo de vida de Jesús: su ser y su obrar.
• Ante la pregunta de la embajada de Juan el Bautista de si Él es el Mesías esperado, Jesús les responde aduciendo su acción liberadora a favor de los más vulnerables (cf. Lc 7,22-23), con la que inaugura el Año de gracia o Tiempo jubilar (cf. Lc 4,16-21).
• La reacción inicial es positiva, pero se trueca en negativa cuando los nazarenos perciben el verdadero alcance de su anuncio. No son ellos los destinatarios directos del Año jubilar, sino los más frágiles: los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos.
La identidad del Año jubilar según la Biblia es la de ser un «tiempo sagrado» para: «Escuchar», «Recordar», «Regresar y reparar», y «Descansar y alegrase».
1. «Escuchar»
«Esta hermana nuestra clama por el daño que le hemos provocado a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella» (LS, 2).
• La escucha de este clamor da origen a la Encíclica Laudato si'.
• Se trata de «escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (LS, 49).
• Los pobres los más perjudicados por el grito de la tierra y por la cultura que lo provoca.
El Papa Francisco, en su primera homilía, como sucesor de Pedro, hizo del verbo «custodiar» el eje de su mensaje: «Seamos “custodios” de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente».
Se vuelve a repetir en su primera Encíclica, Evangelii Gaudium: «Pequeños pero fuertes en el amor de Dios, como san Francisco de Asís, todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos» (EG, 216).
2. «Recordar»
Recordar la vocación primigenia de la creación: comunidad de amor.
El Jubileo es «un tiempo de gracia para hacer memoria de la vocación original de la creación con vistas a ser y prosperar como comunidad de amor» o como «una familia común».
El origen de esta comunión o fraternidad universal se encuentra en el amor de Dios que une con «lazos de amor» (Os 11,4; 14,5) a todas sus criaturas: «Todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra» (LS, 92).
La creación, como comunidad de amor, presupone el principio misericordia sin el cual no es posible la fraternidad universal: «No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos».
Recordar la meta de la creación: entrar en el «sábado eterno».
No solo el ser humano está llamado a una nueva recreación, también su casa, el universo, está destinado a participar de este destino final, denominado «nuevo cielo y nueva tierra» (Is 65,17; 66,22, Ap 21,1).
El que toda creación tenga un mismo destino, la espera de la salvación en Cristo, confiere dignidad a todas las criaturas y responsabilidad al ser humano, llamado a reconducirlas hacia su Creador (LS, 83).
Recordar nuestra propia identidad y vocación.
Es la hora de redescubrir nuestra vocación como hijos de Dios, hermanos entre nosotros, custodios de la creación.
3. Tiempo para «regresar» y «reparar»
No se debe pasar por alto que la Escritura nos presenta a Dios mismo pidiendo un Año jubilar. De este modo se indica que el Creador es quien exige regresar a su proyecto primigenio: la creación como una «comunidad de amor» o «fraternidad universal».
Es el tiempo en que se reparan los lazos de amor rotos con Dios, con la humanidad y con el resto de la creación: «Necesitamos sanar estas relaciones dañadas, que son esenciales para sostenernos a nosotros mismos y a todo el entramado de la vida»
• con Dios: FILIACIÓN
Una recta relación con Dios implica una recta relación con los demás seres humanos y con la casa común, el cosmos.
El ser humano, viviendo como hijo, es como realiza su misión de ser custodio de la armonía creacional.
• con la humanidad: FRATERNIDAD
Los lazos filiales, que nos unen con el Creador, se han de traducir en lazos fraternos, especialmente con el prójimo pobre y vulnerable.
La fraternidad define el espíritu jubilar y el Papa nos exhorta a una existencia jubilar: «El Jubileo nos invita a pensar de nuevo en los demás, especialmente en los pobres y en los más vulnerables.
Hora de la justicia restaurativa: El Jubileo «nos invita a restablecer relaciones sociales equitativas. Y la finalidad de las prescripciones legales del Año jubilar (Lv 25) es evitar la insolidaridad y la injusticia en aras de una fraternidad universal.
El bien común y el destino universal de los bienes: Cuando se habla de restablecer relaciones equitativas se supone la afirmación del destino universal de los bienes y del bien común.
El bien común = «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección» [GS, 26] (LS, 156).
• y con el resto de la creación: CUSTODIA
Junto a la restauración de un recto orden social, «es igualmente necesario reparar la tierra».
El Jubileo es tiempo para escuchar «la voz de la creación», que «nos urge, alarmada, a regresar al lugar correcto en el orden natural, a recordar que somos parte, no dueños, de la red interconectada de la vida».
De la mano del Papa Francisco podemos hablar de un «derecho del ambiente»: Se trata de una expresión poco común y, sin embargo, de gran trascendencia. Jugará un protagonismo singular en la Doctrina Social de la Iglesia.
Da dos razones para este nuevo modo de hablar: primera, en cuanto que los seres humanos «somos parte del ambiente»; segunda, «porque cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás creaturas»
4. Tiempo para «descansar» y «alegrarse»
La finalidad humanitaria del Jubileo se muestra en que es un tiempo de descanso, tanto para el ser humano, con el fin de que se recupere de su trabajo habitual, como para la tierra, con el fin de que se regenere.
Este tiempo de descanso, en el que cobran protagonismo el Señor y el prójimo, no es un período infecundo, improductivo:
• Un tiempo para revisar nuestro estilo de vida: Se nos llama a vivir con sencillez, a resistir frente la cultura del consumismo (cf. LS, 23).
• Un tiempo para encontrar estilos de vida más equitativos y sostenibles: Con vistas a un estilo de vida sobrio y solidario, «es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones religiosas, y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que “menos es más”» (LS, 222). Pues, si lográsemos ser felices con poco, naturalmente consumiríamos menos: «menos es más».
• Tiempo para cuidar la espiritualidad, la vida interior: «La creación ha sido dada para manifestar y comunicar la gloria de Dios, para ayudarnos a encontrar en su belleza al Señor de todas las cosas y volver a él […]. La tierra de la que fuimos extraídos es, por tanto, un lugar de oración y meditación: “Despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros”» [Exhort. ap. Querida Amazonia, 56].
Nuestro mundo pide un año jubilar
“El compromiso por la justicia y la paz en un mundo como el nuestro, marcado por tantos conflictos y por desigualdades sociales y económicas intolerables, es un aspecto característico de la preparación y celebración del Jubileo” (Tertio millennio adveniente [1994]).
«Spes non confundit», «la esperanza no defrauda». (Rm 5,5).
La tradición dicta que cada Jubileo se proclame a través de la publicación de una Bula Papal (o Bula Pontificia) de convocatoria
“Bula” es un documento oficial, generalmente escrito en latín, con el sello del papa, cuya forma da nombre al documento.
A cada bula se identifica por sus palabras iniciales. Por ejemplo, San Juan Pablo II convocó el gran Jubileo del año 2000 con la Bula Incarnationis Mysterium ("el misterio de la encarnación"), mientras que el Papa Fancisco convocó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia (2015-2016) con la bula Misericordiae Vultus ("el rostro de la misericordia").
• “Que pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, «puerta» de salvación” (cf. Jn 10,7.9) (n. 1).
• “La vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús” (n. 5).
• “Me agrada pensar que fue justamente un itinerario de gracia, animado por la espiritualidad popular, el que precedió la convocación del primer Jubileo en el año 1300.
• E incluso antes, en el año 1216, el Papa Honorio III había acogido la súplica de san Francisco que pedía la indulgencia para cuantos fuesen a visitar la Porciúncula durante los dos primeros días de agosto. Lo mismo se puede afirmar para la peregrinación a Santiago de Compostela; en efecto, el Papa Calixto II, en 1122, concedió que se celebrara el Jubileo en ese Santuario cada vez que la fiesta del apóstol Santiago coincidiese con el domingo.
• Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida. La peregrinación a pie favorece mucho el redescubrimiento del valor del silencio, del esfuerzo, de lo esencial.
• Que en las Iglesias particulares se cuide de modo especial la preparación de los sacerdotes y de los fieles para las confesiones y el acceso al sacramento en su forma individual.
• Dispongo que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se abra a partir del 24 de diciembre del corriente año 2024, dando inicio así al Jubileo ordinario.
• Establezco además que el domingo 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos diocesanos celebren la Eucaristía como apertura solemne del Año jubilar.
• El Jubileo ordinario se clausurará con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica papal de San Pedro en el Vaticano el 6 de enero de 2026, Epifanía del Señor. Que la luz de la esperanza cristiana pueda llegar a todas las personas, como mensaje del amor de Dios que se dirige a todos. Y que la Iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas partes del mundo”.
El Año Santo dio comienzo el 24 de diciembre, con la apertura de la Puerta Santa del Jubileo Universal en la basílica de San Pedro, que realizó el papa Francisco.
Cinco días después, el 29 de diciembre, tuvo lugar la celebración de una misa inaugural del Año Santo Jubilar en la diócesis de Palencia.
Los últimos Jubileos
2015: Francisco – Jubileo de la Misericordia: También llamado Año de la Misericordia. Fue un jubileo que se celebró durante el Año Santo Extraordinario de 2015 para celebrar el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.
2000: Juan Pablo II: “Gran Jubileo”, dedicado a celebrar los dos milenios del nacimiento de Jesús. Celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.
1983: Juan Pablo II - Jubileo de la Redención: Es un Jubileo extraordinario para conmemorar el 1950 aniversario de la Resurrección de Jesús. Tuvo lugar el Jubileo de los Jóvenes de 1984. Surgió la idea de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se han ido celebrado desde entonces cada dos o tres años, en diferentes países del mundo.
1975: Pablo VI: Dedicado a la reconciliación. Fue el primer Jubileo retransmitido a nivel mundial.
1950: Pío XII: Con motivo de las celebraciones del Jubileo, el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al cielo.
Peregrinación: El Jubileo nos pide que nos pongamos en camino … Abrahán, en la Biblia, es descrito así, como una persona en camino: “Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre” (Gn 12,1). Con estas palabras comienza su aventura, que termina en la Tierra Prometida. También el ministerio de Jesús se identifica con un viaje desde Galilea hacia la Ciudad Santa. La peregrinación es una experiencia de conversión, de cambio de la propia existencia para orientarla hacia la santidad de Dios.
Puerta Santa: Es el signo más característico, porque la meta es poder atravesarla. Al cruzar este umbral, el peregrino recuerda el texto del capítulo 10 del evangelio según san Juan: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. El gesto expresa la decisión de seguir y de dejarse guiar por Jesús, que es el Buen Pastor.
Reconciliación: El Jubileo es un signo de reconciliación, porque abre un «tiempo favorable» (cfr. 2 Cor 6,2) para la propia conversión. Como recordaba el Papa Francisco en la bula de convocatoria del año santo extraordinario del 2015: “La misericordia no se opone a la justicia, sino que expresa el comportamiento de Dios con el pecador, ofreciéndole una nueva oportunidad de arrepentirse, convertirse y creer […]. Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en virtud de la muerte y resurrección de Jesucristo.
Oración: Hay muchos modos y muchas razones para rezar; la base es siempre el deseo de abrirse a la presencia de Dios y a su oferta de amor.
Liturgia: La liturgia es la oración pública de la Iglesia. Según el Concilio Vaticano II, es el «culmen hacia donde tiende» toda su acción «y, al mismo tiempo, la fuente de la que mana toda su energía» (Sacrosanctum Concilium, 10). En el centro está la celebración eucarística, donde se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo: como peregrino, él mismo camina junto a los discípulos y les revela la voluntad del Padre, de tal modo que puedan decir: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída” (Lc 24,29).
Profesión de fe: La profesión de fe, también llamada “símbolo”, es un signo de reconocimiento propio de los bautizados; en ella se expresa el contenido central de la fe. El credo niceno-constantinopolitano, elaborado originalmente en el año 325 por el Concilio de Nicea, en la actual Turquía, y completado después en el de Constantinopla en el año 381. “Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Rm 10,9)
Indulgencia: El Papa Francisco afirmó: “El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia (…). El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. No obstante el perdón, llevamos en nuestra vida las contradicciones que son consecuencia de nuestros pecados. En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y, sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre. Vivir entonces la indulgencia en el Año Santo significa acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente.
Caridad: En el contexto del Jubileo no se debe olvidar la invitación del apóstol Pedro: "Ante todo, tened entre vosotros intensa caridad, pues la caridad cubre multitud de pecados" (1Pe 4,8).