Hoy leemos dos evangelios. La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la Pasión. La procesión de ramos o palmas con la que hoy iniciamos la Eucaristía supone la invitación a acompañar a Jesús en Jerusalén durante esta semana que llamamos Santa.
Acompañar no mirar
Hemos asistido a acontecimientos en los que a pie de calle hemos visto desfilar o pasar una manifestación en la que nos hemos limitado a aplaudir. Una carrera, una procesión o cualquier otro evento solamente nos piden mirar. Nada que ver tiene eso con la invitación que hoy se nos hace a ver a Jesús entrar en Jerusalén. Hoy se nos pide acompañarle, formar parte de ese cortejo que, llenos de gozo, entra en Jerusalén. No podemos quedarnos fuera. Debemos entrar en la ciudad con el Señor. Para ello llevamos palmas en las manos, ramos de olivo, signo de paz. Nuestras manos no llevan armas sino el signo de la paz para poder entrar en la ciudad de la paz, Jerusalén. Acompañamos a Jesús para vivir junto a Él los grandes acontecimientos de nuestra salvación. Por ello debemos participar activamente en lo que allí ocurra. Tenemos que ser testigos del amor salvador de Cristo. Esto nos pide la iglesia en este primer momento de la Semana Santa.
Con amor de Pasión
Si aceptamos el reto de acompañar a Jesús viviremos con Él lo que llamamos su PASIÓN, es decir con qué amor apasionado nos ofrece la salvación. Este año el texto de la Pasión lo narra san Lucas que nos irá presentando con todo lujo de detalles personajes y acontecimientos que muestran la entrega y la fidelidad de Jesús al plan de Dios para ganarnos la salvación. Aunque el texto es largo merece la pena escucharlo con atención y vernos reflejado en los personajes que lo componen. En todos y en cada uno estamos representados y lo que es más fundamental detrás de todos los gestos de Jesús estamos nosotros. Nosotros somos la razón de tanto amor y de tanto dolor. Nosotros somos la pasión de Dios. Por nuestra salvación su Hijo, con su entrega total, nos demuestra su amor. Admirar, sentirse parte de toda esa historia de amor es lo que hoy celebramos con la lectura del evangelio de la pasión.
Celebra
Iniciamos el tiempo más valioso, de manera que decimos que es santo. Es el paso de Dios por nuestra vida. ¿No lo aprovecharemos? A lo largo de muchos siglos la iglesia palentina en cada una de sus parroquias ha vivido con devoción y emotiva religiosidad estos días y estos acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Nuestras comunidades guardan recuerdos maravillosos de las celebraciones de esta semana. Muchas de ellas las mantenemos con orgullo. Participemos, vivamos los valores que nos propone Jesús de perdón, de amor, de reconciliación y de seguimientos para con Él vivir también la resurrección. Así podremos decir que Dios ha pasado por nuestra vida y nos ha salvado. FELIZ SEMANA SANTA.
José María de Valles. Delegado diocesano de Liturgia