El próximo domingo, 9 de febrero, celebraremos en todas las parroquias la Jornada nacional de Manos Unidas, con la colecta Contra el Hambre en el Mundo. Un momento central en la nueva Campaña de Manos Unidas que, durante 2020, gira en torno al «cuidado de nuestra casa común»; un cuidado que viene requerido por el actual deterioro medioambiental que merma la dignidad de millones de seres humanos.
Un deterioro medioambiental que tienen consecuencias sobre millones de personas... porque la crisis climática tiene, ante todo, un rostro humano: el de 821 millones de personas castigadas por el hambre; el de los más de 1.000 millones de pobres; el de quienes deben emigrar en busca de un sustento que la tierra les niega o de los que enferman a causa de la contaminación de las aguas y de los suelos.
La tierra, además de expresar la belleza del Creador, es un don hecho a la humanidad entera para su propia supervivencia. Se nos regaló para que la cuidáramos y labrásemos -obteniendo de ella pan para el hambriento, agua para el que tiene sed, vestido para el desnudo o casa para el indigente-, pero la hemos convertido en un lugar casi inhabitable en el que se multiplican día a día los rostros de seres humanos con su dignidad arrebatada.
Por eso, y desde el convencimiento de que todo está conectado, es necesario escuchar el clamor de la tierra y el clamor de los pobres. Urge tener presente que la pobreza y la fragilidad del planeta son dos caras de una misma realidad que bien podría llamarse insolidaridad. De aquí podrá abrirse un nuevo camino de conversión hacia una vida más evangélica, más sobria y más comprometida con modelos de desarrollo solidario que permitan conectar -según el documento final del Sínodo para la Amazonía-«el ejercicio del cuidado de la naturaleza Urge tener presente que la pobreza con aquél de la justicia por los más y la fragilidad del planeta son dos empobrecidos y desfavorecidos de caras de una misma realidad que la tierra, que son la opción preferida bien podría llamarse insolidaridad. de Dios en la historia revelada».
En Manos Unidas hace más de 60 años se acompaña a las comunidades más desfavorecidas del Sur. La misión de Manos Unidas misión es luchar contra el hambre y la miseria. Pero no solo contra sus efectos -vidas vulneradas, aplastadas y, en muchos sentidos, inhumanas-, sino también contra las causas. Entre ellas se encuentran el maltrato a la tierra, la privación de posibilidades para obtener los recursos necesarios para vivir y la vulneración de los derechos humanos, sobre todo los de mujeres y niñas, que son los grupos de población más vulnerables.
Así, la nueva Campaña, con el lema «Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú», nos invita a una aguda toma de conciencia sobre la dramática situación de destrucción que afecta a la «casa común», con la consiguiente desaparición de ecosistemas y el deterioro del territorio y la vida de las comunidades más pobres. Y este sincero reconocimiento de la actual crisis socioambiental -que es, en realidad, consecuencia de una crisis de solidaridad-nos permitirá pensar, junto al papa Francisco, que «¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido (...), es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma».
Previamente, el viernes 7 de febrero, celebraremos el Día del Ayuno Voluntario, que este año tendrá lugar en la parroquia de San Lázaro. A las 20:00 h se celebrará de la Eucaristía presidida por el Señor Obispo. A continuación, en los locales de la parroquia "Bocadillo Solidario" a favor de Manos Unidas.