Material para el Animador de la Palabra.
Celebración del XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. 15 de septiembre de 2019.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar en lugar bien visible un cartel con una de estas frases: “El perdón levanta la vida” o “Perdonar es una fiesta”.
2. RITOS INICIALES
Monición. Sabemos que la mayor gloria de Dios es que el pecador se convierta y viva. Es decir, el mayor interés de Dios es nuestra salvación personal y social.
A veces hacemos comentarios sobre personas a las que calificamos como “ovejas perdidas” o gente descarriada. Está muy mal si lo hacemos simplemente por criticar. El comentario puede tener sentido si buscamos su crecimiento humano, su conversión progresiva. Como personas creyentes, nuestro deber es ayudar a vivir, sobre todo quienes están sin esperanza o derrumbados vitalmente.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, alabemos juntos al Dios compasivo y misericordioso.
Acto penitencial
Porque el perdón te desborda, Señor, ten piedad
Porque eres nuestro salvador, Cristo, ten piedad
Porque te alegra nuestra conversión; Señor, ten piedad.
Dios es un Padre bueno, tienen misericordia de nosotros y nos tiene preparada la vida para siempre. Amén.
Gloria
Oración. Dios Padre santo, que nos amas e inspiras el seguimiento de Jesús; enséñanos a sentir tu mirada misericordiosa y poder así vivir la espiritualidad del Evangelio. Por J. N. S. Amen
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. Escuchando la Palabra de Dios, seguramente sentimos que tenemos algo o mucho de descarriados y, por tanto, de “ovejas negras”. El mismo San Pablo se presenta como un convertido, reconociendo sus equivocaciones, porque le faltaba la luz de Jesús. Sin embargo, como testigo de la misericordia de Dios, se siente agradecido y con la responsabilidad de ser apóstol.
El perdón levanta la vida y manifiesta la grandeza del amor. En esto nadie es tan experto como Dios y su Hijo Jesús. Lo recoge muy bien el Evangelio que escucharemos luego.
Lecturas. Ex 32,7-11.13-14. Salmo o canto. 1Tm 1,12-17. Aclamación. Lc. 15,1-32. Breve silencio
Comentario homilético. San Pablo, revelando su experiencia, reconoce con una sinceridad extraordinaria: “Dios tuvo compasión de mí”. “Fui un blasfemo un perseguidor y un violento”. “Pero Dios derrochó su gracia en mi”. Y, precisamente, eso le lleva a predicar con fuerte convicción: “Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero”. En efecto, la gracia y la misericordia de Dios fueron fecundas en San Pablo.
Pero el mensaje de este domingo se concentra sobre todo en las parábolas de la misericordia. Unas parábolas que radiografían la sensibilidad del buen pastor que sale a buscar la oveja perdida, o del padre que sufre nervioso la aventura del hijo que ha querido experimentar la libertad lejos de la casa familiar.
Nos interesa mucho repara en el encabezamiento de estas parábolas. Dos tipos de personas se acercan a Jesús: los publicanos y pecadores deseosos de escucharlo, y los fariseos y letrados intolerantes y con la murmuración en los labios.
A lo largo de la historia las posturas se repiten. Hay personas puritanas y rígidas, cuya religiosidad no ha enlazado con la misericordia de Dios, y personas sensibles, comprensivas con los tropiezos y los pecados de los demás.
Jesús está con los pecadores. Pero hay quien se lo critica porque rompe unas normas. Estas personas no descubren las intenciones salvadoras de Jesús, no valoran su atrevimiento misionero, no captan la valentía de perdonar y el valor de conceder nuevas oportunidades a los que se equivocan.
Jesús ama la verdad, por eso sale preocupado a buscar a la oveja descarriada que ha perdido el camino de vuelta... “Yo soy el Camino”. No le importa el cansancio añadido; al contrario, disfruta infinitamente cuando la encuentra, y al regresar juntos, hace fiesta con los amigos. En verdad no hay alegría más limpia y honda que la nacida del perdón.
Jesús, como buen misionero, no aguanta que haya alejados. Por eso sale a la calle, se mezcla con la gente y lleva la buena noticia del amor del Padre, a todos los rincones de la sociedad. Y por eso acepta invitaciones de publicanos y pecadores. Allí donde va, deja una estela que conmueve y remueve.
Nosotros, los cristianos de hoy tenemos que recuperar la calle. Para ello hemos de superar la vergüenza que sentimos de expresar la fe públicamente. No se pude Evangelizar ni mucho menos irradiar la misericordia del Padre bueno sin salir a la calle, sin gritar ni hacer proselitismo, pero viviendo con autenticidad el mensaje Evangélico. Eso aportará a los ambientes alejados: inspiración, espiritualidad, planteamiento de vida. Estamos llamados a llevar la mística del Evangelio a las periferias. Y que nadie diga que no vale. Porque si la fe le quema, no solo sentirá que vale, sino que necesita hacerlo.
Jesús, el Redentor, sobresale por el talante compasivo que ha aprendido del Padre. ¿Y nosotros?... (Silencio de interiorización)
Credo
Oración de los fieles
Oremos para que la Iglesia sea en medio del mundo un símbolo llamativo de misericordia y perdón, roguemos al Señor
Oremos para que haya acercamiento y comunión entre los pueblos, roguemos al Señor
Oremos para que las comunidades cristianas sean espacios de conversión y reconciliación, roguemos al Señor
Oremos para que los esposos se perdonen, los padres perdonen a sus hijos y los hijos a sus padres, roguemos al Señor
Oremos por nuestro pueblo y por esta comunidad cristiana, para que crezcamos en humanidad y en sensibilidad Evangélica, roguemos al Señor
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. La comunión con Jesús crea entrañas de misericordia. Porque hemos disfrutado la alegría del perdón, alimentemos la virtud de comprender y perdonar.
Canto
Introducción al Padre nuestro
Dios Padre y Madre, que eres vida nuestra,
que estas en la calle donde tantos tropezamos,
no tengas encuentra nuestros pecados;
comprende que somos muy frágiles y has un poco irresponsables.
¡Cómo nos sorprende tu misericordia, oh Dios!
Llegas a hacer fiesta por cada pecador que se convierte
cuando regresa arrepentido a la casa familiar.
Así eres de bueno y entrañable.
Así es de inequívoco tu interés por cada uno de tus hijos.
Dios bueno, te agradecemos la alegría de la redención,
la vibración gozosa con otros convertidos.
Ilumínanos para ser compasivos como Tú,
para comprender a todos y estar cerca cuando nos necesitan.
Todos somos debilidad y tentación,
pero también estamos habitados por Ti,
Agradecidos por tu cariño salvador,
te decimos con Jesús. Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión
Acción de gracias
Dios es misericordioso:
hace salir el sol sobre buenos y malos,
manda la lluvia sobre justos e injustos,
es atento con el que tiene fe y con quien no la tiene.
Dios es misericordioso:
Sale a la plaza del pueblo a todas horas
para que nadie esté ocioso ni fracasado;
a todos paga lo pactado, un salario digno.
Gracias Padre por hacernos capaces de entender
un poco tu bondad y tu ternura.
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Practicar la compasión y la misericordia con todos.
Bendición
Monición final. Para Jesús una tarea principal es levantar al que está caído, recuperar al que anda descarriado, encontrar y ayudar a la oveja perdida. Seamos como Él y recordemos lo que decía el Evangelio: Hay mucha alegría en el cielo por un pecador, es decir, por un hijo que rencuentra el camino de vuelta al hogar paterno. Buena y santa semana para todas y todos.