Celebrando la Palabra - XXIX Domingo Tiempo Ordinario (20 de octubre)

Celebrando la Palabra - XXIX Domingo Tiempo Ordinario (20 de octubre)

Material para el Animador de la Palabra.

Celebración del XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. 20 de octubre de 2019.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar en un lugar bien visible un cartel con una de estas frases: “Insiste, anuncia el Evangelio” o “Orar ayuda a vivir”

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición. La Palabra de Dios y la oración son dos recursos fundamentales en la vida cristiana, dos grandes medios para asimilar el talante de Jesús. Hemos de procurar que la oración y la meditación de la Palabra motiven: nuestro interior, el quehacer diario y la relación con los demás. El ideal es orar tanto la vida, que esta fluya constantemente al aire del Espíritu. Con estos sentimientos e intenciones iniciamos la celebración.

Canto

Saludo. Hermanas y hermanos. Alabemos al Señor que acoge nuestra oración.

Acto penitencial

Tú que oras nuestra vida: Señor, ten piedad.

Tú que nos quieres en comunión contigo: Cristo, ten piedad.

Tú que enseñas con sabiduría e inspiras confianza: Señor, ten piedad.

Gloria

Oración. Dios Padre bondadoso que amas y oras nuestra vida, mira a esta comunidad reunida; deseosos de ser tus testigos, ayúdanos a vivir con fidelidad y a servirte con sincero corazón. Pon J. N. S. Amén.

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. Moisés, además de guía del antiguo pueblo, es un creyente, un testigo de Dios. El gesto de sus manos alzadas es señal de su perseverancia en la oración. Dios le ayuda.

En la carta a Timoteo se recomienda conocer y asimilar la Sagrada Escritura y se exhorta que es necesario proclamar la Palabra de Dios a tiempo y a destiempo...

En el Evangelio, Jesús, cuenta una historia -parábola- muy curiosa; y a través de ella nos quiere decir que es necesario orar sin desanimarse.

Lecturas. Ex 17,8-13. Salmo o canto. TM 3, 14-4, 2. Aclamación. Lc 18, 1-8. Breve silencio.

Comentario homilético. Es muy importante conocer la Sagrada Escritura. Inspirada por Dios, rebosa sabiduría y aporta orientación a nuestra vida. Es útil para enseñar, para educar, para corregir, es decir, para alimentar a los creyentes en todas la áreas y facetas de la vida. La biblia es un tesoro tan valioso que no solo hemos de agradecerlo y disfrutarlo, sino que tenemos el deber moral, de comunicarlo y no solo de palabra sino con nuestro testimonio de vida, para que ayude a los demás, como nos ayuda a nosotros.

Pero el mensaje de este domingo se centra en la oración. Jesús orante y maestro de oración, nos dice que hay que orar siempre sin perder el ánimo.

En efecto la oración es un talante, una necesidad del creyente. Moisés, orando con los brazos levantados hacia Dios recibía su favor y el pueblo lo sentía como bendición.

Por tanto, si rezamos es porque nos sale: del alma, la espiritualidad, la fe. No es buena la oración que está teñida de interés; la oración no es mercadeo, ni ha de confundirse con la magia... Es un valor gratuito como el amor, la alegría o la paz... Es decir, oramos porque vivimos en comunión con Dios. Ahora bien, si dejamos de rezar, es que algo serio e importante -grave-, está pasando en nuestra vida de fe...

Cansarse de orar es una trampa peligrosa para un creyente. Corremos el riesgo de abandonarnos y deslizarnos por el terraplén de la mediocridad. La oración auténticamente cristiana es una fuente de energía, que contribuye a aumentar los niveles de humanidad muy altos. Dejar de orar es una de las mayores torpezas que podemos cometer.

Jesús valora y estimula tanto la oración, porque fomenta la mística, ensancha las ganas de transformación y empuja el deseo de comprometerse por la causa del Reino.

Para rezar correctamente hacen falta fe y confianza, tanta confianza como para no desanimarse nunca. Hemos de orar tan insistentemente como la viuda de la parábola, que demuestra constancia y convicción. Dios atiende siempre a quien le habla con confianza y constancia.

En resumen, la fe se expresa en la oración y esta enriquece fe. Es imprescindible la unión entre ambas para mantener alta la identidad cristiana. La experiencia de muchas y muchos creyentes-orantes, nos dice que: “El dialogo con Dios potencia y estimula más que cualquier recurso psicológico. En este ‘diálogo’ no son imprescindibles las palabras; basta el encuentro en el espíritu, es decir, la comunión vital en medio de la actividad diaria”. (Silencio de interiorización-orante)

Credo

Oración de los fieles

Oremos por la Iglesia, para que derrame generosamente la Palabra de Dios en todo el mundo, roguemos al Señor.

Pidamos que crezcan la paz, la justicia, el desarrollo y el bienestar en todos los pueblos de la tierra, roguemos al Señor.

Pidamos para que el Evangelio sea levadura de renovación social, roguemos al Señor.

Oremos por todos los enfermos y los necesitados, para que les llevemos esperanza y salud, roguemos al Señor.

Oremos unos por otros para que vivamos la fe con decisión y dinamismo, roguemos al Señor.

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. Jesús es el orante que hemos de imitar. Él vive en comunión constante con Dios Padre y el Espíritu; por eso su oración es escuchada siempre. Aprendamos de Jesús a ser orantes...

Canto

Introducción al Padre nuestro

Con entusiasmo y admiración te aclamamos,
Padre y Señor de nuestras vidas.
Alzamos los brazos para alabarte
y agradecerte los dones de la salvación.

Tu presencia nos llena de energía y confianza.
Por tu Espíritu descubrimos cuanto te necesitamos.
Eres nuestro mejor amigo,
el confidente a quien abrimos nuestro corazón.

Estás siempre atento a nuestras suplicas,
oras nuestros problemas
y nos comunicas tu inspiración.
Es una bendición poder vivir contigo.

Por eso Jesús nos invita a orar sin desánimo.
Padre, gracias porque no cesas de hablarnos,
de corregirnos y de amarnos. Así es tu oración.

Porque eres entrañable con todos
nos unimos ahora en oración y a una sola voz te decimos: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias

Gracias, Padre, por Jesús,
que nos enseñó a rezarte.

Tú oras nuestra vida,
si te abrimos el corazón
y te dejamos intervenir.

Edúcanos en la vivencia de tu Palabra;
danos sensibilidad para seguir la voz de tu Espíritu.

Gracias por el don de la fe,
que nos hace orantes.

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Intentar orar todos los días, “ser asiduos en la oración”

Bendición

Monición final. Conocer a Jesús es un derecho de todo ser humano. nadie puede humanizarnos con más plenitud. Por eso, la Iglesia se ha visto siempre con la responsabilidad de ser misionera.

Todos los cristianos tenemos esta vocación y este deber. Pero antes de presentar el Evangelio hemos de meditarlo y orarlo.

Salgamos a la calle con la mística de los orantes y con el entusiasmo de los que sienten el reclamo de Evangelizar.

Buena semana para todas y todos.

Canto final y despedida.