Celebrando la Palabra - III Domingo de Adviento (15 de diciembre)

Celebrando la Palabra - III Domingo de Adviento (15 de diciembre)

Material para el Animador de la Palabra.

Celebración del III Domingo de Adviento. Ciclo A - 15 de diciembre de 2019.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Junto a los símbolos, indicados para todo el Adviento, podemos colocar esta frase: “El Señor está cerca”

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. Contemplar la cercanía de la Navidad significa acoger a Jesús en nuestro interior, abriéndole las puertas de par en par. Significa reconocer su presencia en todas las personas: en sus alegrías y sufrimientos, en sus aciertos y en sus errores, en sus miedos y en sus esperanzas... A Él, le esperamos como verdadero salvador y orientador de la historia personal y comunitaria.

Por eso celebramos comunitariamente la fe, que cada uno vive interiormente y comparte aquí con los hermanos, en sentimientos e inquietudes. Y nos hacemos preguntas, como Juan; es bueno que nos preguntemos por lo que hacemos y creemos, es saludable y nos mantiene en vela.

Canto

Saludo. Hermanos y hermanas, estamos reunidos por la fe. Bendigamos a Dios que nos quiere como hijos.

Acto penitencial

Porque estás cerca de nosotros, Señor, ten piedad.

Porque vas siempre de camino con nosotros, Cristo, ten piedad.

Porque te esperamos y te necesitamos, Señor, ten piedad.

Oración. Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe a Jesús, concédenos la gracia de vivir siempre alegres esperando su salvación y ayudando a todos a descubrir el gozo de creer en su venida. Él, que vive y reina contigo en el amor del Espíritu. Amén.

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. Este tercer domingo de Adviento nos propone con valentía el mensaje de la alegría. El destierro se ha prolongado causando tristeza y desesperanza...pero surge un profeta que levanta el ánimo de la comunidad creyente... “Sed fuertes, no temáis”.

El apóstol Santiago nos invita a mantenernos firmes y pacientes en la espera, con un ejemplo muy fácilmente entendible: Es como los ciclos del clima, en invierno parce que no hay posibilidad, pero llegará la primavera.

El Evangelio nos propone recorrer el camino de Juan el Bautista, para, como él, poder reconocer a Jesús como el Mesías enviado por Dios.

Lecturas. Is 35, 1-6a.10. Salmo o canto St 5,7-10. Aclamación. Mt 11,2-11. Breve silencio

Comentario homilético. La salvación que aporta Jesús es una apuesta por la recuperación de la vida: “Id y anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan... y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Isaías, el profeta, ya lo anuncio siglos atrás: “Mirad a vuestro Dios que trae el desquite; viene en persona... y os salvará”. Por tanto, “fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis”.

La salvación mesiánica es siempre una provocación en positivo. Y dentro de esta provocación resulta todavía más sorprendente el “desquite de Dios”. “Desquite” es parecido a “venganza”. ¡Qué chocante! ¿Dios se quiere vengar? Sí, pero a su manera; su venganza consiste en acercarse hasta nosotros tanto, que se hace: Dios-con-nosotros, nos abre los ojos, nos espabila el oído... y nos devuelve, con canticos de alegría, a la condición primera, es decir, al estado original: la Libertad...

Este desquite de Dios es humanizador y pedagógico. La paradoja de su desquite consiste en mirar al ser humano en su integridad total. “Y vio Dios que todas las cosas eran buenas”

Estos signos del Mesías son los mejores argumentos para sacar a Juan el Bautista de sus dudas.

Nos vamos a fijar un poco en lo que Jesús dice de Juan: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta... os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan”... Ciertamente Jesús sitió una gran admiración por Juan.

Existe un gran parecido entre el estilo de vida de Juan y el de Jesús: No militaron en ningún grupo religioso ni político de su tiempo, hasta el final de sus vidas vivieron y actuaron de una manera independiente, como laicos de a pie. Ambos invitaron al cambio de vida -conversión-. Ambos son reconocidos por el pueblo como profetas de Dios. Los dos se juegan el tipo por la misma causa: EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA. Y los dos ponen rubrica a su fe con el martirio.

Nuestro camino es el de Juan: haciéndonos preguntas... que, Jesús nos responde. (Silencio de interiorización)

Credo

Oración de los fieles

Pedimos por el mundo, para que se alegre con la sorprendente “venganza” de Dios, roguemos al Señor.

Oremos por la Iglesia, para que sea un símbolo operativo y constante de la salvación desbordada en Jesucristo, roguemos al Señor.

Oremos por los cristianos de nuestro entorno, para que trabajemos juntos en la transformación positiva de nuestra sociedad, roguemos al Señor.

Oremos por los pobres, los necesitados, los que viven solos, los enfermos, para que no les falte nuestro cariño y compañía, roguemos al Señor.

Oremos por nosotros, para que, abriendo el corazón a Dios, sintamos su cercanía, roguemos al Señor.

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. Jesús nos quiere alimentar con todo su ser. Vivamos intensamente la comunión con Él, entre nosotros y con nuestro pueblo.

Canto

Introducción al Padre nuestro.

Reunidos en pequeña Iglesia, celebramos, Padre
que somos comunidad de salvación.

Nos unimos a los testigos de ayer y de hoy
para bendecirte con la fidelidad de la vida.

Gracias a ellos crecen nuestras capacidades
y nuestro empeño por la perfección.

Tu salvación, Padre, es como una alternativa:
despegar los ojos al ciego,
abrir los oídos al sordo,
soltar las piernas del cojo,
rescatar la lengua del mudo.

Así es tu huella vital y alentadora.
No eres un Dios de lo imposible,
pero sí de una utopía, la del Evangelio:
un reto de salvación y de alegría,
de entusiasmos y de fuerza por todo lo nuevo,
que nos invita a caminar cantando con esperanza.

Padre bueno, mira nuestra fe,
a veces, sumergida en debilidad,
y acoge nuestro espíritu abierto.

Nos importa mucho tu Palabra: Jesús.
Él, nos enseñó a rezarte,
y ahora lo hacemos juntos diciendo: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias

Queremos agradecerte, Padre, tu desvelo por nosotros, por nuestra historia, con sorprendente dedicación.

Te bendecimos por la personalidad fascinante de Jesús, íntegro, competente, cercano.

Valoramos y agradecemos la presencia del Espíritu: nos ayuda a conectar con lo mejor de nosotros mismos y nos enriquece con sus dones.

Y en este tiempo de Adviento te damos gracias por María, mujer creyente y madre de la Iglesia. Su ejemplo nos ayuda a caminar con cristianos.

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Anunciar con obras y palabras que Jesús también es Salvador ahora y para nosotros.

Bendición

Monición final. Nuestra celebración continua ahora en la calle, en casa, con los amigos... y mañana en el trabajo. Reflejemos con obras y palabras lo que pensamos y sentimos de la Navidad autentica: la de Dios, de la familia... Ésta no suele coincidir con las navidades comerciales, falseadas con tanta propaganda que nos esclaviza al consumismo y la insolidaridad... Comparemos una y otra, y sigamos el mensaje que nos parezca más humanizador.

Canto final y despedida.