Celebrando la Palabra - XXVI del Tiempo Ordinario (27 de septiembre)

Celebrando la Palabra - XXVI del Tiempo Ordinario (27 de septiembre)

Material para el Animador de la Palabra.

Celebración del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A - 27 de septiembre de 2020.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “El sí de la fe lo da la vida”, o “Jesús, siempre es nuestro ejemplo”.

 

 

2. RITOS INICIALES

 

Monición. Buenos días a todas y a todos... bienvenidos a esta celebración dominical de nuestra comunidad. El mensaje de este domingo presenta aspectos básicos de espiritualidad como la responsabilidad, la común unión, la solidaridad, la humildad... En la vida, como en el Evangelio, unos tienen buenas palabras, pero son otros los que se comprometen y los que cumplen con la voluntad del Padre. Hay algo básico en lo que no debemos ceder: el cultivo intenso de nuestra vida interior y comunitaria para proceder con los sentimientos y las actitudes semejantes a los de Jesús.

Canto

Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos a Dios, para Él todos somos importantes.

Acto penitencial

Tú quieres nuestra conversión: Señor, ten piedad.

Tú eres ejemplo para todos: Cristo, ten piedad.

Perdona nuestra flaqueza: Señor, ten piedad.

Gloria

Oración. Oh Dios, que manifiestas tu poder sobre todo con el perdón y la misericordia, aumenta en nosotros tu gracia, para que, aspirando a tus promesas, nos hagas participar de los bienes eternos. Por N. S. J. que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición a las lecturas. La responsabilidad personal tiene una importancia decisiva. Cada uno es protagonista del rumbo de su vida... si nos equivocamos, Dios nos motiva al cambio. El ideal y la referencia siempre será Jesús.

El Evangelio plantea la docilidad. No siempre obedecemos cuando en un primer momento decimos . La parábola acentúa que la fe es obediencia a Dios porque, antes o después, llegamos a descubrir que Dios siempre lleva la razón.

Lecturas. Ez 18,25-28. Salmo o canto. Flp2, 1-11. Aclamación. Mt 21,28-32. Breve silencio

Comentario homilético. Es denso y sugerente el contenido de la segunda lectura. Además de recoger un himno con el que la comunidad cristiana de Filipos invocaba y glorificaba a Jesús, se aporta una rica motivación de valores comunitarios: no obréis por envidia ni por ostentación; dejaos guiar por la humildad; considerad siempre superiores a los demás; no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad el interés general; tened entre vosotros los sentimientos de Cristo Jesús... En realidad, es un estupendo programa para cualquier comunidad cristiana, también para la nuestra.

Las otras dos lecturas nos aportan también una fuerte motivación a proceder siempre con elegancia y responsabilidad. ¿Quién no ha quebrantado alguna vez sus promesas y compromisos? ¿Quién no ha fallado nunca a la palabra dada? Los dos hijos de la parábola evangélica protagonizan una conducta que no se debe tener, aunque uno es más creíble que el otro. El segundo es un hipócrita, mientras que el primero protesta, es de reacciones primarias, pero después reflexiona y va a trabajar. En realidad, este cumple la voluntad del padre; no así el segundo. El ideal, sin embargo, es proceder con elegancia tanto en el fondo como en la forma. Debemos obedecer a Dios de manera sincera. Y… ¿qué es eso de “obedecer a Dios”? ... Es, sobre todo, amar, servir y hacer felices a los que están a nuestro lado. No nos sorprendamos cuando Jesús nos dice que: hay gente de mala fama -publicanos y prostitutas- que esto lo hacen mejor que gente muy religiosa. La vida de cada uno es la demostración de si construye Reino de Dios y cumple su voluntad o, por el contrario, es un hipócrita porque asiste a actos religiosos, dice que reza, pero después no se nota que arrime el hombro en el trabajo de la viña común: el Reino de Dios. Las personas que parece que dicen sí, pero es no, tal vez lo hagan por superficialidad, por falta de discernimiento o por fallos en la formación cristiana, pero ello no elimina su parte de responsabilidad personal.

Jesús nos dice. “No todo el que me dice ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre”. Puede parecer que el arrepentimiento y la conversión son fruto del conocimiento de la ley que nos propone normas de comportamiento...pero en realidad, tiene la raíz en el corazón del hijo que reconoce en el padre, no a alguien que da órdenes, sino al Padre que quiere hacerle feliz. ¿En cuál de los dos hijos nos vemos reflejados? Silencio de interiorización

Credo

Oración de los fieles

Por la Iglesia para que sea dócil al Evangelio, roguemos al Señor

Para que el servicio al bien común sea lo más importante en el trabajo de los que nos gobiernan, roguemos al Señor

Para que los bautizados tengamos sentimientos y actitudes semejantes a los de Jesús, roguemos al Señor

Por todos nosotros, que hemos escuchado la llamada del Señor, como los hijos de la parábola, para que, a pesar de la inconstancia y las indecisiones, respondamos con obras de verdad, roguemos al Señor.

Por todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu, para que no les falte la ayuda de la Comunidad, roguemos al Señor

Oremos por nuestra Comunidad, para que sepamos comunicar la vida digan del Evangelio; roguemos al Señor

 

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. El mayor signo de que comulgamos profundamente con Jesús es que cumplimos la voluntad de Dios. Aprendamos del ejemplo que Él nos da.

Introducción al Padre nuestro

Bendito seas, Padre,
porque has enriquecido la historia con el regalo de Jesús
dejándonos en Él un ejemplo supremo de personalidad
para ser seguido en todo tiempo y lugar.

Con los hermanos de la comunidad de Filipos te decimos convencidos:
no hay mayor acierto que vivir como Jesús.

Él, a pesar de ser igual a Dios
no hizo alarde de su categoría;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de servidor de todos
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como una persona cualquiera,
se rebajó has someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso lo levantaste sobre todo
y le concediste el Nombre-sobre-todo-nombre,
de modo que al oír o, pronunciar su Nombre todos quedamos adorando
aquí en la tierra, en cielo y en todo lugar aunque sea el abismo...
y todos proclamamos al unísono: ¡JESÚS ES EL SEÑOR!

Uniendo nuestros sentimientos y nuestras voces
sabiendo que Jesús está entre nosotros te decimos: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión: canto

Acción de gracias

Gracias, Jesús,
porque derrochas a diario dones sobre nosotros.

Nos sumerges en el corazón del Padre
y nos invitas a ser felices.

Pones en nuestras manos la herramienta del Evangelio
y nos señalas el desafío del Reino de Dios.

Cuanta con nosotros, intentaremos ser coherentes
con nuestras mejores intenciones.

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Actuar con los sentimientos y las actitudes propias de una vida en Cristo.

Bendición

Monición final. Docilidad a la palabra de Dios y tener actitudes y sentimientos como los de Jesús es el gran mensaje que nos deja esta celebración comunitaria. Que nuestra vida se revista de Evangelio por dentro y por fuera para servir mejor a nuestro pueblo. Feliz semana para todos.

Canto final y despedida