A finales del siglo XVII, Johannes Hofer, médico suizo, acuñó el término nostalgia para describir la añoranza del hogar que sentían los soldados que combatían en el frente. La palabra nostalgia viene del griego y podría definirse como el dolor que se asocia a la ausencia o a la pérdida de alguien o algo querido.
Potenciando ese sentimiento de añoranza del hogar, una conocida marca de turrón lleva cuatro décadas acompañando estas fechas con una melodía que forma parte ya de nuestra memoria colectiva: «Vuelve, a casa vuelve, por Navidad». Regresar al hogar es sinónimo de calor, de encuentros que se alargan hasta la madrugada, de sabores y aromas familiares...
A medida que vamos acumulando años, la nostalgia navideña puede ir ocupando un espacio cada vez más amplio en nuestro mundo emocional. Estos días, al aumentar las celebraciones, encuentros y mensajes, se reactiva el recuerdo de los momentos disfrutados, de las personas que se fueron...
La nostalgia, muy unida a la tristeza, nos invita al recogimiento y, en los mayores, es una oportunidad de hacer balance del camino recorrido, recogiendo las distintas piezas de la vida y dándoles sentido de unidad. La nostalgia, por tanto, puede ser positiva cuando nos permite integrar nuestra biografía, también las experiencias más dolorosas, y servir de puente entre lo que fuimos y lo que ahora somos. Cuando el sentimiento está bien ajustado, fortalece nuestra salud.
Sin embargo, si nos regodeamos excesivamente en el dolor de lo perdido y nos desconectamos de las oportunidades de disfrutar del momento presente, la nostalgia tomará el control de nuestra vida monopolizando nuestro mundo emocional.
En estos días, es frecuente escuchar a los adultos: «Celebramos la Navidad por los niños. Ellos lo disfrutan un motón. Da gusto ver sus rostros llenos de alegría e ilusión». Y no les falta razón. Los adultos que tienen niños en casa (hijos, nietos, sobrinos...) tienen el privilegio de mirar la vida como si fuera la primera vez, a través de esos ojos llenos de asombro.
Puede ser un buen ejercicio para estos días aprender de los niños y conectarse al momento presente: saborear las comidas, ilusionarse con los regalos, disfrutar de las llamadas y encuentros, exprimir los besos y abrazos... El aquí y ahora puede ser una experiencia de ese hogar que tanto añoramos.
Miguel Ruiz – Centro de Orientación Familiar de la Diócesis de Palencia