+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Sabemos que la ley de la Eutanasia entra en vigor el 24 o el 25 de junio, porque así lo establece la ley. ¿Qué podemos hacer? Yo señalo que, además de rechazarla en nuestra conciencia y práctica, protegernos de ella ya que es oficial.
¿Cómo? Con el Testamento Vital. Es esencial para dejar constancia de forma anticipada, por eso conviene hacerlo antes de que entre en vigor, de nuestra voluntad de rechazar o aceptar determinados tratamientos médicos. De esta manera libramos a nuestros familiares del peso de tomar decisiones por el enfermo o anciano en situaciones tan difíciles. También así evitamos el atropello a la dignidad y libertad de la persona incapacitada que trae consigo la ley de la eutanasia. Y, por último, ayudamos a humanizar el proceso de la muerte, por la que todos tenemos que pasar querámoslo o no, tarde o temprano, procurando una asistencia humana, espiritual y cristiana.
El Testamento Vital es una declaración que cada persona hace en la que manifestamos que no puede aplicarse la eutanasia en caso de que hayamos suscrito con anterioridad un documento con instrucciones previas, tanto en el testamento vital, o voluntades anticipadas o documentos equivalentes reconocidos legalmente por la comunidad autónoma de Castilla y León. Por eso es importante que, además de hacerla y firmarla ante testigos, la inscribamos ante el registro de voluntades vitales de nuestra comunidad autónoma para que tenga valor jurídico. No tiene valor si no lo hacemos llegar al notario o al registro correspondiente de nuestra comunidad de Castilla y León. Es conveniente que entreguemos una copia a nuestro médico y a nuestros familiares después de haber sido aceptada por la Junta de Castilla y León.
El Texto que proponemos los Obispos, después de verlo con juristas y médicos, es este, que también podéis bajar o copiar de la página web de la Conferencia Episcopal (www.conferenciaepiscopal.es) o de la esta Diócesis (www.diocesispalencia.org):
A mi familia, al personal sanitario, a mi párroco o al capellán católico:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como documento de instrucciones previas, testamento vital, voluntades anticipadas o documento equivalente legalmente reconocido.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe (nombre y apellidos), de sexo ..., nacido en ... con fecha ..., con DNI o pasaporte nº ... y tarjeta sanitaria o código de identificación personal nº ..., de nacionalidad ..., con domicilio en ... (ciudad, calle, número) y con número de teléfono ...,
MANIFIESTO
Que tengo la capacidad legal necesaria y suficiente para tomar decisiones libremente, actúo de manera libre en este acto concreto y no he sido incapacitado/a legalmente para otorgar el mismo:
Pido que, si llegara a padecer una enfermedad grave e incurable o a sufrir un padecimiento grave, crónico e imposibilitante o cualquier otra situación crítica; que se me administren los cuidados básicos y los tratamientos adecuados para paliar el dolor y el sufrimiento; que no se me aplique la prestación de ayuda a morir en ninguna de sus formas, sea la eutanasia o el “suicidio médicamente asistido”, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte y para ello solicito la presencia de un sacerdote católico y que se me administren los sacramentos pertinentes.
Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad.
Designo para velar por el cumplimiento de esta voluntad, cuando yo mismo no pueda hacerlo, a ..., DNI ..., domicilio en ... y teléfono ... y designo como sustituto de este representante legal para el caso de que éste no pueda o quiera ejercer esta representación a ..., DNI ..., domicilio en ... y teléfono ...
Faculto a estas mismas personas para que, en este supuesto, puedan tomar en mi nombre, las decisiones pertinentes.
En caso de estar embarazada, pido que se respete la vida de mi hijo.
Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa o de duda, he redactado y firmo esta declaración.