Escuchar con los oídos del corazón

Escuchar con los oídos del corazón

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

Hoy es la solemnidad de la Ascensión. La fiesta que no es sólo el fundamento de nuestra esperanza, de alcanzar por gracia y favor de Dios, la gloria con el Resucitado, sino también el estímulo y acicate para trabar por la transformación de la sociedad y del mundo según el plan y proyecto de Dios, que es que se haga presente su reino, que los hombres y mujeres vivamos en justica, libertad, paz y fraternidad.

Pero hoy también celebra la Iglesia la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, número 56. En el proyecto de Dios los medios de comunicación social, la radio, la prensa, la televisión, el internet, etc... constituyen unos instrumentos imprescindibles para sintonizar con ese proyecto, secundarlo y establecerlo. La Iglesia así lo ha expresado, sobre todo desde el Concilio Vaticano II, en la declaración Inter mirífica (entre los maravillosos inventos) del 4 de diciembre de 1963.

Cada año los papas acostumbran a enviar un mensaje el día 24 de enero, fiesta de San Francisco de Sales -patrono de los periodistas-, un santo que utilizó los medios de su tiempo para comunicar la buena nueva del Evangelio de Jesús. Este año también el papa Francisco nos ha regalado un mensaje que tiene actualidad para nuestra conducta personal, eclesial y social. Se titula “Escuchar con los oídos del corazón”, recordando una frase de San Agustín en la que invitaba a escuchar la palabra de Dios con el corazón: «No tengáis el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón» (Sermón 380,1).

El año pasado el papa invitaba a reflexionar sobre la necesidad de ir y ver para descubrir la realidad y poderla contar a partir de la experiencia de los acontecimientos y del encuentro con las personas. Hoy nos habla de la necesidad de escuchar y saber escuchar para que se dé un diálogo auténtico. Deseo ofrecer una síntesis de dicho mensaje. Qué importante es saber escuchar a quien tenemos delante, sea en la convivencia diaria o en los debates de todo tipo en la sociedad, en el campo educativo o formativo, en los medios de comunicación o, por ejemplo, con las ofertas del podcast o el chart audio. Cómo necesitamos la escucha. Observo a muchas personas que van por la calle hablando solas, sin que nadie las escuche y cuánta soledad hay en nuestra sociedad. Personas que no tienen a nadie a quien decir “buenos días” o “buenas noches”, no pueden compartir lo que sienten y así saberse vivas, amadas y queridas.

Escuchar se puede escuchar de muchas maneras. El dicho clásico habla de “predícame cura, predícame fraile, que por uno me entra y por otro me sale”, es decir, oír, pero sin que cale la palabra. Desde el punto de vista creyente es fundamental la escucha atenta. La fe viene de escuchar la Palabra de Dios (Rom 10, 17), escuchar es el primer mandamiento de la llamada ley de Dios o Torah: «Shemá Israel» (Deut 6, 4). Y el Padre nos invita a escuchar a su Hijo Jesús (cfr. Mac 9, 7), porque Dios no es mudo, sino que nos habla de diversas maneras y modos, pero sobre todo y ante todo por su Hijo (Heb 1, 1), en él nos lo ha dicho todo y junto, como dice San Juan de la Cruz. Nosotros tenemos que responder escuchándolo con los cinco sentidos Si nos habla es porque nos ama, porque para él somos importantes, somos sus hijos e hijas. Él también nos escucha, no está ni es sordo.

¿Cómo escuchar a Dios y los hombres? Sólo prestando atención a quién, qué y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de la comunicación humana, y sólo se puede dar si escuchamos con el corazón. Solamente así podemos dialogar. Para ello tenemos que superar la sordera interior que es peor que la física. Ya Salomón pedía: «Dame, Señor, un corazón capaz de escuchar» (I Rey 3, 9).

Primero tenemos que saber escucharnos a nosotros mismos, nuestros grandes anhelos, interrogantes, deseos, lo que está en lo más profundo de nuestro ser. En segundo lugar, solamente podemos dialogar y comunicarnos si sabemos escuchar: un periodista tiene que saber escuchar, sino no es buen periodista. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo, dispuesto a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de salida. Y escuchar diversas fuentes, no conformarse con lo primero que encontramos para poder discernir en medio de una sinfonía de voces. Es verdad que saber escuchar requiere paciencia y dejarse sorprender por la verdad, aunque sea solo un fragmento de la verdad de la persona que estamos escuchando. Dice el papa que hay que escuchar con el asombro del niño y la consciencia de un adulto. Escuchar a la sociedad que sigue herida, no únicamente por la pandemia, sino por mucha desconfianza frente a la información oficial. Escuchar en profundidad al pueblo, sus latidos, su situación, sus gritos, y anhelos.

Escucharse también en la Iglesia. Escuchar antes que hablar... «cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar» (Sant 1, 19). A ello nos ha llamado el Sínodo, no únicamente al otro o los otros, sino al Espíritu de Dios que también habla por el otro. Decía Bonhoeffer, que «debemos escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la palabra de Dios». Como si fuera un coro con diversas voces, pero en sintonía con los otros.

Termino expresando mi reconocimiento y acción de gracias a los empresarios, técnicos y profesionales de la comunicación de nuestra provincia, nación e Iglesia.