+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Celebramos hoy el día del Corpus Christi y el Día de la Caridad, el día de Cáritas. Cáritas nos invita a vivir este día desde la alegría, el amor y el compromiso. Y con un mensaje que este año nos dice “Somos lo que damos, somos Amor”. No nos debe extrañar esta alusión al Amor de manos de Cáritas, que es una llamada al compromiso para mejorar el mundo, una llamada de Jesucristo en la Eucaristía para llevarnos al compromiso.
“Permaneced en mi amor” (Jn 15). El amor de Jesús por todos los hombres, amigos y enemigos, se manifiesta en toda su vida, pero culminó en su muerte y resurrección. Ese amor que le lleva a entregarse hasta el final se expresa hoy en la Eucaristía. Permaneced en mi amor es no solo reconocerlo vivo y presente en la Eucaristía, sino comprometerse a amar como Él, darse y entregarse a los hermanos.
Celebramos que el AMOR es el motor que nos hace evolucionar y avanzar, descubrir y proyectar el bien común para esta Humanidad a la que estamos vinculados a través de esta Tierra, que se ofrece para ser casa y hogar de todas las personas.
Cáritas nos propone el amor por los demás como propuesta de vida: una invitación a la comunidad cristiana y al resto de la sociedad a construir nuestros proyectos personales y colectivos de vida desde un amor concreto y social, un amor agapé de mesa compartida, comprometido con todo lo que nos importa: con las personas, y en especial, con aquellas más frágiles y vulnerables; con la Creación y nuestra casa común, su cuidado y preservación; y, con la justicia y los derechos humanos para conducir nuestras relaciones y el bienestar común.
Comprometerse es asumir una responsabilidad, una obligación, cumplir una promesa. Y nadie más se ha responsabilizado con el mundo, con toda la creación, y especialmente con el hombre, que Dios. Dios es la fuente de la vida por amor, Dios es creador; su compromiso le lleva a crear las cosas, hacerlas buenas, porque Él es bueno, y con especial cariño y ternura al varón y a la mujer.
El compromiso de Dios con la creación entera y con los hombres llegó al punto de no retorno en la encarnación de su Hijo, en Jesús, nacido de María Virgen. El Padre se compromete tanto que dirá san Juan: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Jn 3, 16-17). El compromiso de Cristo por mejorar la humanidad, por la felicidad de todos y cada uno de los hombres es expresión del amor. Amar es comprometerse con el amado, con la vida y felicidad de la persona amada en el gozo y en el dolor. Es hacerse buen samaritano (Lc.10). Jesús no sólo murió, sino que, resucitado, sigue comprometido con los hombres y el mundo intercediendo y enviando a todos su Espíritu Santo, que es Señor y dador de Vida. Es más, nos ha dejado la Eucaristía, memoria y presencia de la entrega de su carne y de su sangre por todos. Participar de la Eucaristía, comer y beber a su mesa, es sentir su amor total con cada uno y comprometerse con Él y como Él para quitar el pecado del mundo, traer la paz y mejorar el mundo. Amar es comprometerse con todo lo que somos y tenemos. ¿Acaso no hacen esto los padres y las madres por sus hijos? ¿Por quién sino trabajan, luchan, se sacrifican, aguantan, sufren e incluso mueren?
Esta convicción que ha movido a tantos cristianos comprometidos de diversas maneras y es la que debemos tener todos los cristianos, los que creemos en Cristo, los que participamos de la Eucaristía todos los domingos.
Vivimos tiempos de profundas crisis marcados por la incertidumbre, nos sentimos y experimentamos vulnerables, pero también con una gran capacidad de generosidad y solidaridad. En Cáritas podemos dar testimonio de ello y agradecemos a cada persona / entidad que de tantas formas se compromete, apoya y comparte nuestra misión. Y así nos anima el Papa Francisco en Fratelli tutti: “La solidaridad es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales” (116).
En este día tan especial, en el que nuestras calles volverán a vibrar con las procesiones del Corpus, con la presencia del Santísimo en nuestros pueblos y ciudades… unos actos queridos por todos que la pandemia nos ha arrebatado, celebremos el Día de la caridad. invitados a ser esperanza, ser amor, ser justicia para los demás. a mirar con ternura, escuchar con paciencia, cuidar la fragilidad, compartir con generosidad y denunciar la incoherencia que genera injusticia.
Agradezco a todos los que trabajan y colaboran en Cáritas y con Cáritas su labor desinteresada y sacrificada e invito a todos a colaborar generosamente con Cáritas.