+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia
Sin duda alguna todos hemos oído algo sobre el Sínodo de la Amazonía. Lo convocó el papa Francisco el año pasado y se ha celebrado en octubre pasado, durante 21 días, en Roma. Al final se ha hecho público un documento, que, aunque no es el definitivo pues este lo hará público el Papa, pero ya apunto algunas líneas o puntos que nos interesan a todos, no sólo porque la iglesia es universal y lo que afecta a una porción tiene que ver con todos, sino también porque nos afecta a nosotros.
Fue un sínodo extraordinario en el que participaron muchos obispos de la zona amazónica, también sacerdotes, misiones, religiosos y religiosas, laicos y laicas y representantes de los pueblos indígenas. Fuera del aula había muchas personas procedentes de la Amazonía con sus atuendos, procesiones, danzas, músicas, medios de comunicación social, etc.
Se desarrolló, a pesar de lo que digan algunos, en un clima fraterno, libre y respetuoso, de diálogo, de oración y participación sincera, escuchando lo que el Espíritu decía a la Iglesia. El papa asistió a casi todas las sesiones, escuchando, orando con todos, e interviniendo al comienzo y al final, como no podía ser menos. Previamente se había desarrollada una etapa preparatoria de consulta a las iglesias e instituciones que se plasmó en un Instrumento de trabajo.
¿Qué dice el documento final? Yo os invitaría a leerlo entero y no quedarse sólo con lo que algunos medios de comunicación social han querido destacar, como el celibato sacerdotal, la ordenación de sacerdotes de varones probados, la posibilidad de ordenar con diaconisas a las mujeres, la posibilidad de una liturgia amazónica, los cultos a la Pachamama, etc. Muchos se han ido por las ramas secundarias. En el trasfondo está la conciencia aguda sobre la dramática situación de destrucción que afecta a la Amazonía, no sólo a la ecología, sino también a todos los pueblos indígenas que la habitan (Doc. Final, 1). Ha sido una experiencia pastoral de escucha del Espíritu que conduce a la Iglesia por caminos de presencia, evangelización y diálogo intercultural que reclama la conversión a la ecología integral, el cuidado de a la casa común y la defensa de la Amazonía.
El documento final consta de una introducción, y cinco capítulos.
El primer capítulo se titula: Amazonía: de la escucha a la conversión integral. En este capítulo se describe la región del Rio Amazonas donde viven cerca de 34 millones de personas como región de la voz y el canto con un mensaje de vida y que afecta 9 países: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Guyana, Surinam y Guayana Francesa. Sobre todo, se escucha el canto del agua, de la tierra y de los pueblos indígenas y pobres cuyo clamor y grito clama al cielo. También se hace eco de la situación eclesial de la iglesia en el Amazonas, una iglesia misionera y cuya vida está marcada con las vidas y la sangre de mártires. El sínodo percibe que el Espíritu llama a una conversión integral, personal y comunitaria, de discípulos misionero, con una vida sobria y sencilla, al estilo de San Francisco de Asís, alimentada por una espiritualidad mística, con alegría y gozo cristiano.
El capítulo II trata sobre los nuevos caminos de conversión pastoral. Estos nuevos caminos piden una iglesia en conversión y una conversión que pasa por estar en actitud teórica y práctica de salida misionera, y una acción eclesial caracterizada por la caridad samaritana, misericordiosa, solidaria, en diálogo ecuménico e interreligioso y cultural, una iglesia que sirve y acompaña a los pueblos amazónicos, con rostro indígena, campesino y afrodescendiente, con rostro migrante y joven, que recorre nuevos caminos en la pastoral urbana, marcados por la escucha y el anuncio de la Buena Noticia.
El capítulo III trata acerca de los nuevos caminos de la conversión cultural. Una conversión que tenga en cuenta los valores culturales de los pueblos amazónicos. La iglesia en este campo tiene que estar presente y ser aliada de esos pueblos, una iglesia inculturada, con una fe que se exprese en la catequesis, en la religiosidad popular y en una teología inculturadas. Una Iglesia que respete las culturas y los derechos de los pueblos, en diálogo intercultural, afrontando los desafíos como la salud, la educación y la comunicación.
El capítulo IV trata sobre los nuevos caminos de conversión ecológica. Aquí se acogen las referencias e iniciativas expresadas en la Encíclica Laudato Si. Alerta sobre la amenaza contra el bioma amazónico, urge promover un desarrollo justo, solidario y sostenible, cuidando de la casa común y cultivando la dimensión socioambiental de la evangelización desde una iglesia pobre, con y para los pobres de las periferias más vulnerables. Todo este capítulo constituye una interpelación y un mensaje de esperanza para la Iglesia y al mundo.
El capítulo V nos habla de la conversión sinodal. Necesitamos una conversión a este estilo de caminar como discípulos misioneros bajo la guía el Espíritu Santo, en la Amazonía y en toda la iglesia. Una sinodalidad ministerial, de nuevos ministerios y nueva dimensión sacramental; una sinodalidad que supone una espiritualidad de comunión y una forma de vivir y obrar que dimana y tienen su culmen de la Eucaristía y que se expresa en la asunción de nuevos ministerios por parte de los laicos, la vida consagrada, especialmente las mujeres y diversas expresiones como una universidad amazónica, estructuras propias e incluso un rito amazónico.
Termina el documento con una conclusión breve en referencia a María, madre de la Amazonía.
Sin duda este documento nos debe interpelar a los cristianos y a los habitantes de esta querida tierra nuestra, Palencia, que no forma parte de la Amazonía, pero sí de esta Castilla ancha, reseca y vaciada. En el corazón de la Amazonía, en Iquitos, está un misionero palentino, D. Ángel Benito; para él nuestro recuerdo agradecido y nuestra oración.