Homilía de nuestro obispo en el Domingo de Pascua de Resurrección 2022

Homilía de nuestro obispo en el Domingo de Pascua de Resurrección 2022

+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo de Palencia

¡Feliz Pascua, hermanos!

Hemos cantando en el salmo: Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Cristo venció, nosotros venceremos. No estamos hechos para la muerte sino para la vida.

Este es el día de la resurrección de Aquel, Jesús, que, como decía san Pedro en la 1ª lectura: Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea., comenzando por Galilea, después del bautismo de predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día, y le concedió la gracia de manifestarse no a todo el pueblo, sino a los testigos escogidos. Jesús tiene la vida plena en Dios, la vida de Dios, porque es el hombre-Hijo de Dios.

Testigos los apóstoles y María Magdalena de que no se quedó su cuerpo en el sepulcro, porque estaba vacío. Lo hemos oído en el Evangelio. María va a visitare el sepulcro y lo encuentra abierto y vacío porque ama a Jesús. Salen Pedro y Juan y lo comprueban. No han robado el cuerpo, porque ellos enemigos o ladrones, hubieran ido de prisa y cogiendo todo, no dejando las vendas en el suelo y el sudario doblado. Cuando Pedro y Juan salieron al sepulcro no pensaban en la resurrección, pero al ver la tumba vacía, Juan cree. Y comprendió las Escrituras. Ante este hecho vuelven asombrados, pero ¿En qué se apoya nuestra fe? En el sepulcro abierto y vacío y en el testimonio de los apóstoles y en las apariciones. Juan, otros no.

Nosotros, si estamos aquí y nos alegramos, es porque creemos que el amor del Jesús es más fuerte que la muerte. Que nadie ha amado más y mejor que Él y que al resucitarle, el Padre, que es amor, le ha hecho justicia, ha ratificado su vida y su enseñanza mostrando que es el único salvador y camino de salvación para la humanidad.

Hoy la fe de la Iglesia arranca del testimonio de los apóstoles. Pero también hoy en el testimonio de toda la Iglesia toda cuya existencia se apoya en este hecho. En la persona y testimonio de nuestros padres, sacerdotes, del papa Francisco, de tantos laicos y religiosas que lo dejan todo para seguir a Jesucristo; en el amor que expresa Cáritas y otras instituciones de la Iglesia atendiendo a los más necesitados; el Espíritu del Resucitado sigue en la Iglesia y la conduce y quiere que sea más pobre, sencilla, humilde, sin privilegios, más auténtica. Está el ejemplo de los santos y mártires.

Pero hermanos, este hecho nos compromete. Hemos ido sumergidos en este misterio el día de nuestro Bautismo. Si creemos en Cristo, si hemos puesto nuestra esperanza en él, si nos sabemos amados en él y por él, tenemos que vivir iluminados por Él, buscar en la tierra lo que buscó Él; él buscó la realización del Reino de Dios, que es comunión, participación; él buscó una humanidad fraterna, de hijos e hijas que aman a Dios y se aman entre sí con el amor más grande, como el suyo. Buscar las cosas que encarna Cristo, no las del mundo. Aspiremos a compartir la victoria sobre el mal y la muerte con Cristo.

Seamos testigos del Dios Padre, el Dios de la Pascua, del Hijo, Jesucristo, es nuestra Pascua y del Espíritu, don de la Pascua. Que como Jesús pasemos por la vida haciendo el bien y sirviendo por amor a tantos heridos que comparten la cruz con el Señor. Para serlo celebremos la eucaristía, memorial de su amor, y seamos eucaristía dándonos y entregándonos.