La respuesta que podemos dar no es generalista, pues como es lógico no todo el mundo se ha comportado de la misma manera. En relación al comportamiento referido al cumplimiento de las normas que las autoridades han dado (normas jurídicas), hemos observado con frecuencia reticencias y críticas a las mismas, y también incumplimientos, en parte propiciados por una actuación equívoca de dichas autoridades en momentos concretos en el transcurso de la pandemia. Pero la indefinición de la norma nunca puede justificar que cuando se produzca una situación de rebeldía que no puede calificarse de socialmente positiva y útil.
Pero no sólo es la norma legal la que debe de cumplirse, es que también el cumplimiento de la norma moral es imprescindible para una buena convivencia, y además para que se produzca la necesaria transformación individual y social. Independientemente del cumplimiento de las normas legales que la autoridad nos ha dado, también vemos comportamientos sociales que nada tienen que ver con el necesario amor y la necesaria caridad para con nuestros conciudadanos. Nunca es justificable tal comportamiento que, aunque no suponga imposición directa, si genera una situación de riesgo potencial para la sociedad. En definitiva la pregunta que surge es en qué medida hemos cambiado actitudes y comportamientos.
Si entendemos que la auténtica conversión para los cristianos o el cambio de actitud de la sociedad no se ha producido suficientemente, debemos comprometernos a que, en el tiempo que aún queda para que podamos entender vencida la situación, y aún después, actuemos con la suficiente REFLEXIÓN para que nos planteemos un cambio de actitud que concluya en ayuda a los demás (directa o indirectamente). Para ello es necesario el cumplimiento de la norma legal o moral, con el suficiente RIGOR para que cada cual, dentro de sus posibilidades, se informe con suficiencia de la situación en que vivimos y qué puede hacer en ella. Siempre con el más absoluto RESPETO, no sólo para aquello que no nos gusta sino también y sobre todo para las personas, aunque no compartamos sus ideas y criterios. El mejor cambio de actitud pasa por asumir y ejercer los valores auténticos cristianos.
